A veces no sé con qué fin
escribo, que mensaje quiero dejar, o cual es el fin de este blog. Creo que es
simple, no tengo que pensarlo tanto,
expresar mis estadios dentro de un viaje, los lugares como reflejos de
estados internos, de momentos, etapas, paraísos, infiernos, todo aquello que
vivo, todo aquello que nace de la experiencia, respuestas, silencios.
Búsquedas, a veces interminables, inconformistas.
En esta ocasión una loca
y cuerda amiga me dijo: “Gorda, estas sintiendo mucho amor, está buenísimo,
pero canalízalo de alguna manera porque te va a explotar por dentro”. Y aquí
estoy, escribiendo nuevamente.

Me encontré en Playa del
Carmen/Cancún perdida en medio de la perdición, rodeada de ambigüedad, rodeada
de gente que se busca, de gente que se pierde, intentando ayudar a quien no
desea ser ayudado, sintiendo impotencia y angustia por no poder cambiar
situaciones ya establecidas, culturalmente impuestas, contaminadas, actos
disfrazados de rebeldía que no son más que resultados del mismo consumismo. En
medio de todo eso, me vi, y tome la decisión de sacar un pasaje y volar
nuevamente, retome mi camino, me escuche, escuche a ese lugar que me pedía por
segunda vez que me fuera para no perderme…
Y heme aquí hoy, en el DF,
nuevamente en una ciudad, sintiéndome más estable y cercana a mis raíces Bonaerenses,
extrañando menos, ¿por cuánto tiempo?, no lo sé.
Aldy Malén